PARAÍSO DE COURA

El ojo de Alfredo Cunha, atento y agudo, documenta esta magia, este espíritu de hermandad, esta felicidad colectiva. La alegría del público y la euforia de las bandas, que nunca olvidan esa impresionante muralla humana y la forma generosa en que son recibidas. Capta la dulzura, la serenidad, la paz más profunda, el amor compartido, el respeto, el asombro, la energía única del río Taboão, contrastada con la exaltación, la apoteosis, la fiesta y la alegría, esa emoción sagrada que Almada Negreiros dijo una vez que era "lo más serio de la vida".
Año tras año, necesitamos el Festival de Paredes de Coura para recargar las baterías de la pasión, para disipar la mediocridad de los días más grises, para curar las enfermedades de la tristeza que nos hace palidecer y ahuyentar la carroña de ciudad que se nos mete en los huesos. Para llenarnos de belleza, euforia y la paz más profunda, en divina comunión con la naturaleza. Peregrinando, en un perpetuo retorno a la magia.
Sandra Maria Teixeira

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